PÍXELES
Alejandro Proaño
Todo se puede disminuir a sus expresiones más básicas. uno de los grandes aportes de la filosofía al pensamiento científico, está en la capacidad que tienen las personas para estructurar jerarquías de conceptos para poder entender algo que desconocemos. Los hombres en esta búsqueda de sentido, o de conocimiento del sentido, siempre han tratado de sintetizar la materia prima de todas las cosas. En el escenario de las artes la sustancia vital no es tan linealmente entendible, como la aproximación a la interpretación científica. pronto el arte incluyó las preguntas básicas de la composición de su esencia primaria: ¿de qué está compuesto lo visible? ¿lo emocional, que expresan los artistas, y también lo que podría estar ocultos entre esos dos mundos? Pronto las analogías de los procesos técnicos en las artes concluyeron con cierto halo de misticismo que las artes tienen una sustancia primaria abstraída de la realidad, pero que, al momento de pasar por el catalizador del artista, esta sustancia era libre y trasgresora, maleable a gusto y significación del artista, incluso la existencia de lo materializado por el proceso del arte, era tan sublime como el arte mismo, y la idea era lo que realmente resumía este ejercicio. Los elementos técnicos como el grabado, o las artes plásticas en general, y la inclusión de técnicas mixtas, hacían más difíciles la interacción con esta materia génesis del arte, como asegura Argán en su libro: El arte moderno, “la materia del arte está constituido por la emoción del artista, Bien porque el sujeto asuma en sí mismo la realidad subjetivándola, bien porque se proyecte sobre ella, objetivándose, el encuentro entre el sujeto y el objeto (es decir, el encuentro directo real).’’ El artista entonces tenía una función de escritura particular a la hora de expresarse, dificultad profunda para intentar delimitar los elementos constitutivos de lo que nos apasiona y nos exalta, o simplemente lo que nos llama la atención nos llama la atención.
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